Me he decidido a hacer de vez en cuando un pequeño repaso de los discos que para mí son muy especiales. Quiero que quede claro que no importa el orden, ya que según el día me puede dar más por uno o por otro, como es el caso ahora jejeje.
Pues bien, hoy es el turno del disco
Adore de
The Smashing Pumpkins. Fue publicado en 1998, el cuarto disco de su discografía, y vino después de su gran éxito mundial, su tercer disco,
Mellon Collie and The Infinite Sadness, y supuso un giro completo respecto a esa otra joya musical. Esa es la gran grandeza de los
Pumpkins, ser capaces de cambiar de estilo en cada disco, que cada uno tenga una personalidad propia, y aún así que todos sean fantásticos.
Para explicar cómo es
Adore primero hay que ver la época por la que pasaba la banda de Chicago: el gran batería Jimmy Chamberlin fue despedido por una sobredosis, y el líder del grupo, Billy Corgan, se había separado y había perdido a su madre recientemente. Todo esto influyó en dar al disco un tono oscuro, melancólico, y menos potente en cuanto a batería. Pero el resultado fue una gran joya musical. Repasemos el disco más minuciosamente.
El disco arranca con
To Sheila, bonita y tranquila canción que da paso a
Ava Adore, una de las canciones clásicas de este grupo, ruda, potente, genial. Para muchos la mejor del disco. Justo a continuación viene
Perfect. Qué puedo decir de esta canción, por una razones u otras, es mi favorita de este grupo, obra maestra en forma de canción de amor, pesimista y esperanzadora, oscura y brillante a la vez. Perfecta.
Después de este comienzo brutal, vienen una serie de canciones que, aún siendo muy buenas, son mucho mejores en directo que en el disco.
Daphne Descends, la 4ª canción, es un ejemplo de esto, y no digamos la siguiente,
Once Upon A Time, que pone los pelos de punta en directo. Una canción esta que probablemente no entra fácil, pero que con el tiempo acaba siendo deliciosa.
Tear y
Crestfallen son otras 2 buenas canciones que también mejoran en directo.
A continuación viene
Apples + Oranjes, la canción más extraña del disco. Con arreglos y un sonido más electrónico es sin embargo, para mi gusto, bonita de escuchar. Le sigue
Pug, otro ejemplo de buena canción que en directo se convierte en muy buena.
The Tale of Dusty and Pistol Pete, melancólica y suave, es preciosa, una caricia para el oído.
Annie- Dog y
Shame, que vienen a continuación, son dos canciones que quizás no sobresalen mucho al principio, pero ganan con el tiempo, y mucho.
La siguiente,
Behold! The Night Mare es el máximo exponente de canción que gana muchísimo en directo. Si ya en el disco parece muy buena, en concierto es sencillamente sublime. Y qué decir de la letra, con tantos dobles sentidos perfectamente combinados. Sigue
For Martha, canción dedicada por Billy a su madre, típico ejemplo de canción pumpkin muy larga que sin embargo no cansa.
Blank Page es una canción que encaja perfectamente en el final del disco, y nos prepara para él. Y acabamos con
17 (curiosamente la canción número 16), que dura precisamente 17 segundos, y a pesar de eso, supone un final perfecto, un broche de oro a esta obra maestra. 16 canciones, 16 joyas.
En resumen, es el disco perfecto para un día lluvioso y/o melancólico, absolutamente imbatible en esas condiciones. Y es que este disco tiene mucho que ver con las emociones, porque las despierta y las revive y, por tanto, si te coge en el momento adecuado te entra de tal forma que se queda para siempre. Obra maestra. Dentro de unos días (el 2 de Junio) se cumplirán 10 años de su lanzamiento y este homenaje es más que merecido para un disco que siempre estará en mí. ¡Larga vida,
Adore!