Por estas fechas hace 7 años conseguí algo que ahora parece lo más normal del mundo, pero que entonces era todo un logro: ¡conseguir tener acceso a internet en casa!
Por aquel entonces el acceso consistía en dejar al teléfono sin línea para poder navegar a velocidades de caracol reumático. La hora H eran las 6 de la tarde, cuando empezaba la hora de la tarifa plana y todos nos conectábamos en masa para empezar a descubrir diferentes páginas, chats e incluso el Messenger no mucho más tarde.
Aprendimos a bajar canciones, que no
discos como ahora, porque cada canción tardaba media tarde en bajarse, amén de las
múltiples caídas de la conexión que sufríamos, bien porque alguien llamaba por teléfono, bien porque el servicio de Telefónica dejaba mucho que desear.
El tiempo fue pasando y evidentemente todo esto
evolucionó, apareció la fibra óptica, ADSL... Las velocidades de acceso y descarga mejoraron notablemente, empezaron a aparecer nuevas utilidades como eMule, Google, los blogs, YouTube, acceso desde teléfonos móviles, redes WiFi y un largo etcétera.
No puedo evitar pensar que, igual que hace 7 años, seguimos retrasados respecto a otros lugares vecinos, pero por lo menos la mejora se nota, cosa lógica por otra parte, ya que 7 años son muchos en el mundo de la informática.
A pesar de todo es curioso echar la vista atrás y ver como sacábamos petróleo de las precarias condiciones que teníamos por aquel entonces. Un claro ejemplo de que la necesidad estimula la imaginación de manera sorprendente.
¿Quién de los que andaba en internet por entonces no recuerda esas descargas a velocidades irrisorias que a veces ni siquiera alcanzaban 1Kb/sg? Ay, los buenos (o no tanto) viejos tiempos...