Un tiempo para amar

El corazón es el más frágil de los músculos que tenemos. Tan frágil es que nos da mucho miedo abrirlo, porque corremos el riesgo de que nos lo rompan. Pero por otra parte si no lo abres nunca llegarás a conseguir llenarlo de felicidad. Hay momentos maravillosos en los que ocurre que dos personas abran sus corazones mutuamente y otros en los que un persona, al mostrar su corazón abierto a otra, consigue abrir el de esta.

Otras veces lo abres y te encuentras una muralla enfrente. A veces incluso una muralla helada que no quiere volver a saber de tí. Pero si eso ocurre es que esa persona no merecía la amistad que tú pretendías conservar y que te impedía dar el paso. Y además te quedas con la satisfacción de haberlo probado y haber conocido la verdadera cara de esa persona.

Y también hay veces en las que te das cuenta de que por no atreverte a dar el paso, por no abrir tu corazón, pierdes una oportunidad que probablemente nunca vuelvas a tener. Cuando tienes la oportunidad no consigues reunir el valor suficiente, y luego, con el paso del tiempo, te das cuenta del error que cometiste. Ves que tuviste tu oportunidad y no la aprovechaste, y el tren ya pasó. Y ahora te arrepientes y sientes un enorme arrepentimiento, una gran pena, un intenso dolor. Nuestros fantasmas vuelven recurrentemente a perseguirnos.

Y es que hay un tiempo para amar que no siempre está ahí, y hay que saber detectarlo y aprovecharlo. Desgraciadamente la sabiduría y el amor no suelen aparecer a la vez muy a menudo. Y luego queda darle vueltas a lo que pasó y pensar en el error del silencio, el dolor de la nostalgia y la angustia del desconocimiento. Tiempo para amar que ya pasó, pero persona que no se olvida.